Hoy en clase se ha hablado de las sillas en los parques de París. Me ha hecho gracia porque justo este verano me fui con mi familia de viaje a ver esa ciudad tan sorprendente y la cantidad de sillas que hay en los parques fue un tema que no pasó nada desapercibido para mí.
Esta foto la hice el penúltimo de día del viaje. Estabámos todos muertos porque llevábamos una semana de viaje andando sin parar. Sin embargo, no queríamos perdernos el museo de l'orangerie así que fuimos esa mañana. Al salir caminamos por el jardín de Tullerías y decidimos coger cinco sillas y ponerlas a la sombra para descansar un rato. Ese rato se convirtió en unas horas porque estábamos súper a gusto, rodeados de naturaleza y formando un corro comentando todo lo
que habíamos vivido durante el viaje.
En ese momento no fui consciente pero, ¿y si ese sencillo elemento como es una silla no hubiera estado? Igual no nos habríamos sentado, no habríamos descansado y mi hermana se hubiera estado quejando todo el día de que estaba cansada. O quizás hubiéramos encontrado un banco corriente donde no nos podemos sentar mirándonos y eso no hubiera dado pie a esa conversación en familia.
Ahora mirando la foto que hice, igual creo que hubiera tenido más sentido si hubiera personas sentadas en esas sillas.